
Una vez superado este obstáculo, una hectárea de algas puede producir unas 30 veces más aceite que una hectárea de girasol. Las especie que más rápido crece y más combustible proporciona es un alga verde unicelular llamada Chlorella.
La producción puede realizarse en sistemas abiertos como estanques o en fotobiorreactores. Los primeros se ubican en exteriores y se iluminan con luz natural, mientras que los segundos pueden funcionar tanto con luz solar como artificial. Lograr un fotobiorreactor de bajo coste para su aplicación a gran escala es uno de los objetivos en los que trabajan los laboratorios de Repsol YPF.
Reducción del efecto invernadero
El cultivo de algas se desarrolla prioritariamente para la captura de CO2. De hecho, hay compañías de generación eléctrica que proyectan la creación de cultivos cerca de las centrales de electricidad para que las algas lo absorban.
La producción de algas resultante puede tener diversas aplicaciones, desde la producción de calor y electricidad hasta el uso como fertilizantes o alimentación animal. Y no se acaba aquí, hay investigadores que persiguen algas que generen directamente hidrocarburos.
Gracias a los avances en investigación genética y en los métodos de producción de biocombustible, puede que en algunos años todo esto sea ya una realidad.
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